lunes, 25 de julio de 2011

Cuando quieres a alguien, notas como miles de mariposas que recorren tu pansa; te hacen cosquillas y es una sensación realmente agradable. Yo la sentí una vez, era tan maravilloso que no quería que eso terminase nunca. Pero llego el día en que él decidió marcharse, y no entiendo muy bien porque, pero sabía que eso tarde o temprano pasaría. Pasaron días, semanas y algunos meses y yo seguía queriéndole y pensando en él como el primer día; esperando sus llamadas e intentando recordar su voz.
De repente me vino a la cabeza lo que me prometió el día en que se despidió de mí:
- Pero seguiremos siendo amigos, ¿no?
+ Claro que sí.
- ¿Me lo prometes?
+ Por supuesto.
 Y ahora, me doy cuenta que las promesas son solo palabras, ya que nunca más he vuelto a oír su voz...

No hay comentarios:

Publicar un comentario